"El psicoanálisis se aprende primero en uno mismo, por el
estudio de la personalidad propia"
Freud, S. (2012; 1916[1925]). 1a Conferencia.
Introducción. En S. Freud, Obras completas. Conferencias de introducción al
psicoanálisis ( partes I y II) Vol. 15 (págs. 13-21). Buenos Aires:
Amorrortu.
Ustedes saben que el psicoanálisis es una modalidad de tratamiento
médico de pacientes neuróticos […] Muchas cosas ocurren en este ámbito de
manera diversa, y aun directamente al revés, de lo que es habitual en el resto
de la medicina.
Cuando tomamos a un neurótico
bajo tratamiento psicoanalítico […]le exponemos las dificultades del método, su
prolongada duración, los esfuerzos y los sacrificios que cuersta y, en lo
tocante al resultado , le decimos, nada podemos asegurarle: eso depende de su
conducta, de su inteligencia, de su docilidad, de su perseverancia.
El paciente habla, cuenta sus vivencias pasadas y sus
impresiones presentes, se queja, confiesa sus deseos y sus mociones afectivas.
El médico escucha, procura dirigir las ilaciones de pensamiento del paciente,
exhorta, empuja su atención en ciertas direcciones, le da esclarecimientos y
observa las reacciones de comprensión o rechazo que de ese modo provoca en el
enfermo.
No despreciemos el empleo de las palabras en la psicoterapia
y démonos por satisfechos si podemos ser oyentes de las palabras que se
intercambian entre el analista y su paciente.
Pero es que no podemos hacerlo. La conversación en que
consiste el tratamiento psicoanalítico no soporta terceros oyentes; no admiten
ser presentadas en público. […] Es que esas comunicaciones tocan lo más íntimo de su vida anímica, todo lo que él
como persona socialmente autónoma tiene que ocultar a los otros y, además, todo
lo que como personalidad unitaria no quiere confesarse a sí mismo.
El psicoanálisis se aprende primero en uno mismo, por el
estudio de la personalidad propia.
Más lejos se llega si uno se hace analizar por un analista
experto, si se vivencia en el yo propio los efectos del análisis la técnica más
fina del procedimiento.
He ahí la laguna que el psicoanálisis se empeña en llenar.
Quiere dar a la psiquiatría esa base psicológica que se echa de menos, y espera
descubrir el terreno común desde el cual se vuelva inteligible el encuentro de
la perturbación corporal con la perturbación anímica.
Existen procesos anímicos inconscientes se ha iniciado una
reorientación decisiva en el mundo en la ciencia.
Las mociones sexuales participan, en medida que no deben
subestimarse, en las más elevadas creaciones culturales, artísticas y sociales
del espíritu humano.
Según mi experiencia la repulsa por este resultado de la
investigación psicoanalítica es la fuente más importante de la resistencia con
que ella ha chocado.
Bajo el acicate del apremio de la vida, la cultura fue
creada a expensas de la satisfacción pulsional, y en buena parte es recreada
siempre de nuevo en la medida en que los individuos que van ingresando en la
comunidad de los hombres repiten, en favor del todo, ese sacrificio pulsional.
Las mociones sexuales son sublimadas, vale decir, desviadas
de sus metas sexuales y dirigidas hacia
otras, que se sitúan socialmente en un plano más elevado y ya no son sexuales.
Pero esta construcción es lábil; las pulsiones sexuales no son domadas, y en
todo individuo que debe sumarse a la obra cultural subsiste el peligro de que
sus pulsiones sexuales se rehúsen a ese empleo.
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