jueves, 18 de junio de 2015

"Risa y penitencia" de Octavio Paz (apuntes)

  

Paz, O;Medellin, A (1971). Magia de la Risa. SEP/SETENTAS. México


Y      Al alba, un escalofrío recorre a los objetos. Durante la noche, fundidos a la sombra, perdieron su identidad; ahora, no sin vacilaciones, la luz los recrea.[11]

Y      Reír es una manera de nacer (la otra, la nuestra, es llorar).[12]

Y      ¿El arte totonaca es una rama, la más próxima y vivaz, del tronco "olmeca"?[15]

Y      Regresa a esa tierra y aprende a reír. Mira otra vez los siete chorros de sangre, las siete serpientes que brotan del tronco del decapitado. Siete- el número de la sangre en el relieve del Juego de Pelota en Chichen-Itzá; siete: el número de semillas en la sonaja de fertilidad; siete: el secreto de la risa. [16-17]


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Y      El oficio que desempeña entre nosotros la causalidad, lo ejercía entre los mesoamericanos la analogía. La causalidad es abierta, sucesiva y prácticamente infinita: una causa produce un efecto que a su vez engendra otro… La analogía o correspondencia es cerrada y cíclica: los fenómenos giran y se repiten como en un juego de espejos. Cada imagen cambia, se funde a su contraria, se desprende, forma otra imagen, se une de nuevo a otra y, al fin, vuelve al punto de partida. El ritmo es el agente del cambio. Las expresiones privilegiadas del cambio son, como en la poesía, la metamorfosis; como en el rito, la máscara. Los dioses son metáforas del ritmo cósmico; a cada fecha, a cada compás de la danza temporal, corresponde una máscara. Nombres: fechas: fechas: máscaras: imágenes. Xochipilli (su nombre en el calendario es I Flor), numen del canto y de la danza que empuña un bastón con un corazón atravesado, sentado sobre una manta decorada por los cuatro puntos cardinales, sol, niño, es también, sin dejar de ser él mismo, Cintéotl, la deidad del maíz naciente. Como si se tratase de la rima de un poema, esta imagen convoca a la de Xipetótec, dios del maíz pero asimismo del oro, dios solar y genésico ("nuestro señor el desollado" y "el que tiene el miembro viril"). Divinidad que encarna el principio masculino, Xipe se funde con Tlazoltéotol, señora de las cosechas y del parto, de la confesión y de los baños de vapor, abuela de dioses, madre de Cintéotl. Entre este último y Xilomen, diosa joven del maíz, hay una estrecha relación. Ambos están aliados a Xochiquetzal, arrebatada por Tezcatlipoca al mancebo Piltzintecutli – que no es otro que Xochipilli. El círculo se cierra. Es muy posible que el panteón del pueblo de El Tajín, en la gran época, haya sido menos complicado que lo que deja entrever esta apresurada enumeración. No importa: el principio que regia a las transformaciones divinas era el mismo. [18-19]
Piltzintecuhtli
cihuateteo1

Tezcatlipoca

Chicomecoatl


Cinteotl

Coatlicue


Macuikxochitl
Xochipilli


Y      En todo rito hay un elemento lúdico. Inclusive podría decirse que el juego es la raíz del rito. La razón está a la vista: la creación es un juego; quiero decir: lo contrario del trabajo. Los dioses son, por esencia, jugadores. Al jugar, crean. Lo que distingue a los dioses de los hombres es que ellos juegan y nosotros trabajamos[21]

Y      juego. El rito, destinado a preservar la continuidad del mundo y de los hombres, es una imitación del juego divino, una representación del acto creador original [22]

Y      En su origen todos los juegos fueron ritos y hoy mismo obedecen a un ceremonial; el trabajo rompe todos los rituales: durante la faena no hay tiempo ni espacio para el juego. [22]

Y      Los dioses se sacrifican al crear el mundo porque toda creación es un juego.[23]

Y      Como el sacrificio, la risa niega al trabajo. [22]

Y      La risa devuelve al universo a su indiferencia y extrañeza originales- si alguna significación tiene, es divina y no humana [22]

Y      Los hombres pueden parecerse a los dioses; ellos nunca se parecen a nosotros. Ajeno y extraño, el dios es la "otredad".[24]

Y      […] del horror sagrado. Lo tremendo y terrible son atributos del poder divino, de su autoridad y soberbia. Pero el núcleo de la divinidad es su misterio, su "otredad" radical. Ahora bien, la "otredad" propiamente[24]

Y      El horror es una experiencia que equivale, en el reino de los sentimientos, a la paradoja y a la antinomia en el del espíritu: el dios es una presencia total que es una ausencia sin fondo[25]

Y      Toda divinidad es tremenda, todo dios es fuente de horror[25]

Y      No sabemos si los dioses de México ríen o sonríen: están cubiertos por una máscara. La función de la máscara es doble; como un abanico, esconde y revela a la divinidad. Mejor dicho: oculta su esencia y manifiesta sus atributos terribles.[26]

Y      A medida que se amplía la esfera del trabajo, se reduce la de la risa.[29]

Y      Si el trabajo exige la abolición de la risa, el rito la congela en rictus.[30]

Y      No es extraño que la palabra danza, entre los aztecas, signifique también penitencia.[30]

Y      ¿no es el jeroglífico de la unidad original, en la que todo era uno y lo mismo? Ese gesto no es la negación sino el reverso de la risa.[31]

Y      La risa y el dolor se expresan por los órganos donde residen el gobierno y la ciencia del bien y del mal: los ojos y la boca".[31]

Y      A diferencia de esta alegría, la risa no es divina ni santa: es un atributo humano y por eso reside en los órganos que, desde el principio, han sido considerados como el asiento del libre albedrío: los ojos, espejos de la visión y origen del conocimiento, y la boca, servidora de la palabra y del juicio. La risa es una de las manifestaciones de la libertad humana, a igual distancia de la impasibilidad divina y de la irremediable gravedad de los animales. Y es satánica porque es una de las marcas de la ruptura del pacto entre Dios y la criatura.[32]

Y      La conciencia cristiana expulsa a la risa del paraíso y la transforma en atributo satánico.[33]

Y      si nos reímos de nosotros mismos es porque somos dos.[34]

Y      La risa es el más allá de la filosofía. El mundo empezó con una carcajada y termina con otra.[35]

Y      La inocencia no consiste en la ignorancia de los valores y de los fines sino en saber que los valores no existen y que el universo se mueve sin intención ni propósito. La inocencia que busca Nietzsche es la conciencia del nihilismo. Ante la vertiginosa visión del vacío. [35]

Y      ¿somos nosotros o es la muerte la que se ríe? [36]

 




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