viernes, 8 de mayo de 2015

3ª conferencia. Los actos fallidos (continuación)




Freud, S. (2012; 1916[1925]). 3a Conferencia. Los actos fallidos (continuación). En S. Freud, Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis ( partes I y II) Vol. 15 (págs. 36-52). Buenos Aires: Amorrortu.


Es que abrigan en su interior la ilusión de una libertad psíquica y no quieren renunciar a ella







En la conferencia anterior se nos ocurrió que la operación fallida no había de considerarse en relación con la operación intentada que la perturbó, sino en sí y por sí.

Pongamos de acuerdo otra vez sobre lo que entendemos por “sentido” de un proceso psíquico. No es otra cosa que l propósito a que sirve, y su ubicación dentro de una serie psíquica.

 Conocemos muchos hombres con esta tendencia a desfigurar intencionadamente palabras inocentes haciéndolas obscenas a fin de obtener una cierta ganancia de placer; se las tiene por chistosas, y en realidad, cuando las oímos de alguie, tenemos que averiguar primero si las dijo intencionadamente como chiste o se le deslizaron como percance.
¿Qué clase de propósitos o tendencias son los que de ese modo pueden perturbar a los otros propósitos o tendencias, y qué relaciones existen entre las tendencias perturbadoras y las perturbadas?

Pero es imposible demostrar que son ese mecanismo puede producirse el desliz. Tal vez pueda; para nosotros es teóricamente indiferente, pues las claves que queremos deducir para la introducción al psicoanálisis quedan en pie con sólo una minoría de casos- lo cual por cierto no es así- de deslices responda a nuestra concepción.

Supongan ustedes que una noche oscura yo caminaba por un lugar solitario y fui asaltado por un ladrón que me arrebató reloj y cartera, y entonces, no habiendo visto con claridad el rostro del ladrón, presenté mi queja en la comisaría más próxima con estas palabras: “ La soledad y la oscuridad me acaban de robar mis objetos de valor”. El comisario puede decirme sobre esto: “usted parece rendir tributo, equivocadamente, a una concepción demasiado mecanicista. Diga mejor:” amparado por la oscuridad, favorecido por la soledad un ladrón desconocido le arrebató sus objetos de valor”

Y no obstante, en los dos casos fue necesaria una cierta intervención para resolverlos. Fue preciso preguntar al hablante por qué se había equivocado así, qué atinaba él a decir sobre su desliz. De lo contrario, quizás habría seguido de largo después de trastrabarse, sin querer esclarecerlo. Preguntando, empero, dio la explicación con la primera ocurrencia [Einfall] que le vino. Y ahora vean ustedes: esa pequeña intervención y su éxito, eso es ya un psicoanálisis y el paradigma de toda indagación psicoanalítica que habremos de emprender en lo que sigue.

Es que abrigan en su interior la ilusión de una libertad psíquica y no quieren renunciar a ella. Lamento encontrarme en este punto en la más tajante oposición con ustedes.

Deben concederme que el sentido de una operación fallida no deja lugar a dudas cuando es el mismo analizado quien lo confiesa. Y a cambio de ello yo les admitiré que no puede obtenerse una prueba directa del sentido conjeturado cuando aquel rehúsa comunicarlo, y desde luego tampoco cuando no está a mano para darnos ese informe.

Sería un error creer que una ciencia consta íntegramente de doctrinas aprobadas con rigor, y sería injusto exigirlo. Una exigencia así sólo puede plantearla alguien ansioso de autoridad, alguien que necesite sustituir su catecismo religioso por otro, aunque sea científico.

¿De dónde tomamos los puntos de apoyo para nuestra interpretaciones, los indicios para nuestra prueba cuando lo dicho por el analizado no esclarece por sí el sentido de la operación fallida? De diversas partes. Además de la situación psíquica en que acontece la operación fallida, de nuestro conocimiento sobre el carácter de la persona que la comete y de las impresiones que la han afectado antes, y frente a las cuales posiblemente reacciona de ese modo. Como regla, la interpretación de la operación se realiza siguiendo ciertos principios generales; primero no es sino una conjetura, un esbozo de interpretación, y después el estudio de la situación psíquica nos permite  corroborarla. Y a un muchas veces debemos esperar acontecimientos venideros, que se anunciaron, por así decir, a través de la operación fallida, para confirmar nuestra conjetura.  

El olvido de designios puede reproducirse en general a una corriente opositora que no quiere ejecutar el designio.

Quiza se les haya ocurrido a ustedes que en estos ejemplos las acciones fallidas hacen las veces de augurios o presagios de los antiguos. Y en verdad, una parte de los augurios no eran otra cosa que las operaciones fallidas, por ejemplo, cuando alguien tropezaba o caía

No hay comentarios:

Publicar un comentario